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LA LLORONA

Salías de un templo un día, llorona
Cuando al pasar, yo te vi 
Hermoso huipil llevabas, llorona
Que la virgen, te creí
Ay, de mi llorona, llorona, llorona
De un campo lirio
El que no sabe de amores, llorona
No sabe lo que es martirio
No sé que tienen las flores, llorona
Las flores de un camposanto
Que cuando las mueve el viento, llorona
Parece que está llorando
Ay de mi llorona, llorona, llorona
Llévame al río
Tápame con tu rebozo llorona porque
Me muero de frío

LA LEYENDA de LA LLORONA

“Una mujer, envuelta en un flotante vestido blanco y con el rostro cubierto con velo cruzaba con lentitud por varias calles y plazas de la ciudad iluminada por la luna. Levantaba los brazos con angustia y lanzaba un grito desesperado. Ese tristísimo ¡ay! se levantaba en el silencio de la noche, y luego desaparecía entre ecos lejanos y, al final, terminaba con el grito más doliente en la Plaza Mayor. Allí se arrodillaba esa mujer misteriosa. Se inclinaba como besando el suelo y lloraba con un grito largo y penetrante. Después se iba ya en silencio, lentamente, hasta que llegaba al lago, y en sus orillas se perdía. Se deshacía en el aire como la niebla, o se sumergía en las aguas”.

La leyenda de La Llorona cuenta que una mujer indígena se enamora de un español con el que tiene tres hijos, pero él nunca le propone matrimonio y la abandona para casarse con una española. La pobre mujer al enterarse de la traición, presa del dolor ahoga a sus hijos en el río. Luego, al darse cuenta de lo que había hecho, se suicida. Desde entonces, su fantasma vaga por las riveras de los ríos diciendo “¡Ay, mis hijos!”.

Dependiendo de la zona, La Llorona ya no solo clama de angustia, es una mezcla de divinidades prehispánicas y espectros de la tradición judeocristiana: es la mujer atrayente que llama a los hombres en la noche, los seduce, los pierde o los lleva a la locura. Puede mostrar su rostro en forma de calavera o ser una mujer bellísima sin ojos.

 

LAS CATRINAS

FRIDA KAHLO Y DIEGO RIVERA

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